1 kg de carne de ternera cortada en dados
2 cebollas blancas
6 dientes de ajo
1 vasito de vino blanco seco
1/2 kg de níscalos
Sobrasada
1 hoja de laurel
Manteca de cerdo
Ajo y perejil picados
Dentro de una cazuela de barro sofreiremos con una cucharada de manteca de cerdo y un chorro de aceite de oliva los níscalos que habremos limpiado con un paño de cocina y piensa que nunca deben tocar agua. Si son muy grandes los rompemos a pedazos con las manos. Una vez sofritos, no mucho, los sacamos y los aliñamos de ajo y perejil picados con un poco de pimentón y lo reservamos aparte.
Dentro del mismo aceite con manteca sofreímos la carne de ternera, primero y la sobrasada cortada en trozos de un dedo hasta que todo quede bien doradito.
Seguidamente, añadimos cuatro dientes de ajo enteros, pero pelados, la cebolla cortada en rodajas y la hoja de laurel y lo dejamos confitar a fuego dulce un cuarteto de hora.
Ponemos el vasito de vino blanco y dejamos evaporar el alcohol y dejamos que se confite a poco fuego, yendo alerta de que no se aferre.
Pasado este tiempo cubrimos con agua que no sea del grifo o con caldo de carne (puede ser de pastilla) y lo dejamos cocer una horita y media. Si el agua mengua mucho le añadimos más, pero ésta debe ser caliente o teba, nunca fría o natural. A la mitad de cocción añadimos las setas con la picada de ajo y perejil, removemos y dejamos cocer hasta el final.