Itziar Lecea/Fotos: Cristina Quintana – La historia de Cristina Quintana va muy ligada a la de su familia. Más concretamente, la que escribieron sus abuelos y su padre, y que ella ha querido seguir a pesar de las dificultades. Después de unos años duros a causa del Covid, la única mujer licorera en Menorca sigue elaborando lo que más le gusta: el licor artesanal hecho en la isla. Con ella descubrimos las tres marcas que la representan, Biniarbolla, Glop e Innat.
Innat, Glop, Biniarbolla… todo empezó cuando, ¿exactamente?
Debemos irnos muy atrás para saber cuándo se inició todo este proyecto. Hay que remontarnos a la abuela, Margarita Seguí, y el abuelo, Pepe Quintana, que tenían una finca en Enzell, a los pies del Toro. Él, que era zapatero, hizo contrabando durante la época de la guerra, como otras muchas personas. Tenían amistad con Romualdo, que era un cura, un poco chamán, que vivía en el monasterior del Toro. Romualdo hacía infusiones como remedios, con una base de alcohol, que le suministraba el abuelo, y que entraba a través de la finca de Binissaida des Barrancons. Así fue como, cuando Romualdo se jubiló, la abuela se quedó sus recetas y siguió haciendo los licores. En especial, el licor de mandarina, que era muy popular.
Años más tarde, cuando mi padre tuvo que cerrar su empresa de calzado, decidió seguir el camino iniciado por los abuelos, gracias en parte a los árboles frutales de la finca de Biniarbolla que llevaba mi hermano, en el barranco des Rellotge. Esto era hacia finales de los años 80. Así, el primer licor de mandarina que hizo fue con mandarinas del huerto de Biniarbolla, siguiendo la receta tradicional que la abuela había podido preservar de Romualdo. Y que es la misma receta que hacemos ahora.
¿Cuándo entra usted en la empresa?
En 2014, cuando mi padre se jubiló. Al entrar, apostamos por las ginebras, que siempre me han gustado, y que empezaban a tener un buen eco debido a la subida del mundo de la coctelería. De esta forma nacieron Glop e Innat. En 2017 gané el premio autonómico a mejor ginebra de Baleares. Al principio se comparó mucho con Gin Xoriguer, aunque es del todo diferente, porque es una ginebra premium. A finales del año 2019 saqué la ginebra rosada, porque me la pedían mucho. Pero en el 2020 todo cambió.
¿En qué sentido?
Con la llegada del Covid tuve que cerrar la empresa y dejar de hacer tanto el gin como las hierbas, que hacíamos de manera tradicional, con la receta de siempre. Me vi en la situación de tener que vender las marcas para poder arrancar el negocio de nuevo y mantener las recetas de la abuela. Por eso ahora hacemos las hierbas de mandarina, y otras, y también hacemos las tres ginebras. Con este cambio, y con el visto bueno del nuevo propietario de volver a hacer los licores de hierbas a la forma tradicional, me dijo que le gustaría hacerlo con el producto de un amigo que tiene una finca de agricultura ecológica. La sorpresa fue que era la misma finca de Binissaida por la que el abuelo entraba el alcohol durante el siglo XX y donde la abuela hizo sus hierbas. Así podemos etiquetar nuestros licores como hechos con hierbas del huerto de Es Barrancó de Binissaida. Cerramos así el ciclo que empezó con mi abuela y que he podido seguir yo, a pesar de las dificultades que han supuesto en los últimos tres años, desde la pandemia.
¿Tiene la sensación de cerrar un ciclo, volviendo a los orígenes?
Para mi ha sido como honrar la historia de la empresa y los orígenes, que fueron la abuela y mi padre. Creo que de haber intentado hacerlo así, no habría salido tan bien. Pero estoy muy contenta.
¿Cómo fue la transición de tener empresa propia a tener que trabajar por otros?
Cuando conocí al actual propietario, de repente nos entendimos muy bien, porque huimos de lo que es la tendencia de la industria: automatizar cada vez más. Y nosotros vamos hacia el otro lado: vamos hacia el proceso artesanal, que le da un carácter al producto que además se nota en la calidad. Creo que debería recuperarse esta forma de hacer artesana y tradicional de los procesos.
¿Se nota la tradicionalidad del proceso en el sector de la licorería en las Islas?
Puedo decir cómo somos de las pocas mujeres en Baleares que tiene el título de licorera artesanal y la única de Menorca. Y en un par de años podré sacarme el de maestra licorera. Es un proceso que lleva su tiempo, pero creo que la gente valora cada vez más el producto artesanal, y también entiende que es mucho mejor poder consumir producto de la tierra y no depender tanto de la globalización.