Por Eva Remolina / AMIC - La palabra "fuet" tiene su origen en el catalán antiguo, y se relaciona directamente con el objeto que hoy en día llamamos "látigo", es decir, un azote o un legajo de cuerda fina utilizado antiguamente para golpear o guiar a animales. Este objeto, por su larga y estrecha forma, recuerda mucho al embutido que hoy conocemos con el mismo nombre. Así, el nombre del embutido deriva de esa similitud morfológica.
El fuet es uno de los embutidos más característicos y queridos de la gastronomía catalana. Con su sabor suave y textura tierna, este embutido se ha convertido en un elemento indispensable en las mesas catalanas, ya sea como aperitivo o como parte de un desayuno tradicional. Pero, ¿de dónde procede este delicioso embutido? ¿Cuál es el origen del fuet?
El origen del fuet se remonta siglos atrás, en el contexto rural de Cataluña, donde la elaboración de embutidos era una práctica común para conservar la carne durante los meses fríos del invierno. Aunque es difícil establecer una fecha exacta de su creación, se sabe que el fuet, junto con otros embutidos como la longaniza y la somalla, tiene raíces en las técnicas de conservación de la carne que se practicaban desde la época romana.
Elaboración artesanal
El fuet es un embutido de carne de cerdo, normalmente mezclado con tocino y especias como la pimienta negra y el ajo. Esta mezcla se pica finamente y se embute en tripa natural, para después ser colgada y curada durante unas semanas. La curación es un proceso fundamental que determina la textura y sabor final del producto. Durante este período, el fuet adquiere su característico sabor suave y una textura que se derrite en boca.
En la elaboración tradicional, cada detalle cuenta: la selección de la carne, la proporción justa de especias, e incluso las condiciones climáticas pueden influir en el resultado final. Es por eso que el fuet hecho artesanalmente mantiene una calidad y autenticidad que muchos apreciadores de embutidos valoran por encima de todo.