Felip Llufriu, que este año lleva su cuarto año de regreso a la isla después de pasar más de dos décadas en Barcelona dirigiendo los fogones del “Roca Moo”, de los prestigiosos hermanos Roca, del Celler de Can Roca, donde Felip consiguió una estrella de la Michellin que conservó más de una década.
El año pasado su ”Mon” restaurante, presentó novedades importantes, por un lado la apertura de 8 habitaciones a modo de Fonda en la primera planta del inmueble modernista que fue la residencia del empresario del sector de la bisutería Joan Salord Comella, conocida aún por los más mayores como “Cas Xigarret”. Allí Llufriu nos ofrece 8 habitaciones con mucha luz, modernas, y como quiere conservar el espíritu de las antiguas fondas, no hay televisión, pero sí subirse al carro de la modernidad con el wifi.
Azulejos hidráulicos, predominio de los blancos, pulcritud y crear la primera fonda gastronómica en Ciutadella, ha sido el objetivo de Felip Llufriu para este 2017, lo que espera que ayude a desestacionalizar y poder tener gente, al menos los fines de semana de los meses de invierno, donde ejerce su maestría a los alumnos de cocina del IES Mariàngels Cardona, donde él se formó hace casi 25 años.
Por lo que respecta al restaurante, además de nuevas incorporaciones al equipo de cocina y de sala, lo que más llama la atención es que no hay carta, sólo dos menús cerrados, uno de 25 euros y otro de 45 euros que incluyen aperitivo y pan de trigo xeixa de Menorca, elaborado en los obradores de “S'Avia Rita” de Ciutadella. También en su apuesta por el producto local y apoyo al sector primario, el aceite de oliva es de la finca de Son Felip, en la tramontana de Ciutadella, en los alrededores de Cala Pilar, y la flor de sal es de Ses Salines de la Concepción de Fornells, única empresa salinera en activo en Menorca, y una mantequilla fina de Es Mercadal, sorprendente.
Felip Llufriu es un cocinero lleno de magia, de una finura excelsa en el tratamiento del producto, en su servicio, y también como persona. Humildad, buen trato y proximidad son su carta de presentación.
El restaurante se presenta abierto a la luz, amplitud y detalles cuidados al mínimo. Cuando llegas y te sientas en la mesa comienzas tu recorrido por un mundo de sabores, de experiencias, de texturas que hacen que su Mon sea un referente de la cocina de cocinas en Menorca.
En su menú juegan, se maridan, se fusionan el producto local con mayúsculas, buscado y mimado con las materias primas de calidad para dar inicio a una tarrina de foie con requesón de Menorca y los higos confitados, el figat (mermelada de higos propia de Menorca), que es un elemento que Llufriu ama y presente cada año en sus elaboraciones.
Continuamos con una propuesta sorprendente y arriesgada a la vez, su butifarra de pulpo con cebolla. Es su transformación, su mano en la nueva cocina menorquina de uno de los platos tradicionales de nuestro recetario marinero, el pulpo con cebollas, al que se le ha dado un toque espectacular.
No podía faltar el producto estrella de la gastronomía menorquina, la langosta, y como hace con el pulpo con cebollas, da una nueva vida a uno de los grandes clásicos, la langosta con pimientos, donde por un lado disfrutamos de un generoso cuello de langosta sin caparazón y frito, con una textura de pimiento rojo escalivado a modo de bizcocho salado, y aparte nos presenta los pimientos escalivados, como siempre se ha hecho en Menorca, tostados y después confitados con aceite de oliva y ajos, que nos acercan a la cocina local y lo que realmente probamos es una langosta con pimientos tal y como debe ser.
La cuarta propuesta del menú es el pescado del día, aquel que encuentra en la plaza del Mercado por la mañana. Nos tocó un plato de raya, sublime, con salsa de naranja y olivada negra. Texturas sorprendentes en el pescado de bastina y los sabores mediterráneos de la naranja con su toque cítrico y la aceituna negra en aceite, que nos trae de vuelta por el Mare Nostrum de los sabores.
Para la carne, nos vuelve a sorprender apostando por uno de los embutidos reyes de la isla, y que no se elabora en Mallorca o en las pitiusas, el botifarró blanc (morcilla blanca), que lleva carne, huevo y especias como la canela, que acompaña con una finísima salsa de foie y compota de peras, que lo hace un plato único y que seguro será uno de los referentes de esta nueva cocina menorquina.
Para terminar nos sumergiremos en el mundo del dulce con una sorprendente espuma o mousse ligera de albaricoque, azahar y manzanilla de Menorca, y por último, un contundente plato para los amantes del chocolate: achicoría, café y chocolate, que seguro que no dejarán a nadie indiferente.