La cocina del hambre, cocina de posguerra

La cocina del hambre, cocina de posguerra

Actualmente tenemos de todo y mucho para comer, si bien los precios también están disparados y de forma especial en algunos alimentos de primera necesidad como es el caso del aceite de oliva, el azúcar o las frutas y verduras de temporada, además de la carne de cerdo, pero todo esto no es nada si lo comparamos con las restricciones que sufrieron nuestros padres y abuelos, o muchos de ellos en tiempos de posguerra, donde en Ciutadella, había gente que pasaba hambre.

La cocina de los años 40 y bien entrados los años 50 fué una cocina de supervivencia, donde nada se estropeaba y todo se aprovechaba. Eran los años de las cartillas de racionamiento, del estraperlo y el contrabando, de la cocina de temporada y de despensa y engordar un cerdo para pasar el invierno.

Cuando elaboro la sección de los 75 años del Semanario El Iris me salen detalles que nos llevan a aquellos años, como por ejemplo los avisos de las cartillas de racionamiento, de las inspecciones hechas en tiendas que ponían agua a la leche, de la caseta de consumo o control de mercancías pegada al bastión de La Fuente, donde se revisaban todas aquellas carretas y carros que desde el campo llegaban a Ciutadella para que no se pasara ninguna mercancía no declarada…

Eran los años en que todo se aprovechaba y nada se estropeaba, con el pan duro hacían pancuit, o lo mojaban con vino al que se ponía azúcar encima y era la merienda de adultos y de niños, como el pan con nata de leche, el pan con aceite y azúcar o el pan con aceite, tomate y pimentón, de aquellos chicos con la cabeza pelada al cero.

Se hacían oliagos con espárragos, con col, y con lo que tenían al alcance, además de sopas de ajo y,  carne veían muy poca.

Era por eso que la gente salía al campo a buscar espárragos, setas, caracoles… y con eso hacían cocas con la harina, a veces de cebada, de las cartillas de racionamiento, u ollas de caracoles con hierbas y patatas, al igual que se recogía la verdolaga y otras hierbas silvestres.

La dieta de aquellos años era quizás más saludable que la de hoy en día, pero se pasaba hambre, y los platos eran de legumbres sin proteína que no fuera de la provisión del cerdo que habían sacrificado en las matanzas o con los huesos salados del mismo animal, la manteca que también se empleaba para cocinar cuando no se tenía acceso al aceite de oliva y de pequeños trozos de sobrasada.

Platos como el arroz de la tierra, habas con fideos, sardinas de barril al rescoldo, patatas muertas, buñuelos de lo que hubiera, boniato frito con sobrasada o morcilla después de las matanzas o el pescado, al que sí se tenía acceso porque era , en aquellos años, más o menos abundante y a buen precio.

Era por eso que además de la figura del cazador, estaba también la del guarda rural que vigilaba el lugar y las tierras ante los furtivos… Como también en cada casa había una caña de pescar y en el propio puerto de Ciutadella se pescaban pageles, alguna lubina e incluso anguilas. Había pescadores de obladas y se cocinaban con suquet; como también se pescaban meros en la Escalera del Rey, en la bocana del puerto.

Eran tiempos de carestía, de cuando cada fiesta era un motivo de buena gastronomía como las empanbadas por Pascua, los turrones en Navidad, el chocolate y ensaimada por San Juan, las cocas en verano… Quizás porque estos platos comían unos días al año, eran más esperados, más deseados y sabían mejor cuándo se comían. Se daba valor, algo que hoy desgraciadamente hemos perdido porque lo tenemos casi todo en nuestro alcance y podemos encontrar queso a diario, como comer tomates todo el año y nos hemos acostumbrado a unas dietas que parecen, pero que no son tan sanas como aquellas, aunque se padeciera, como me han comentado más de una vez los mayores, hambre.

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