Bep Al·lès / Ciutadella – Hoy hablaremos de un plato que formaba parte del recetario de las cocinas de los Últimos Días y de la gastronomía del Carnaval, tanto en Menorca como, también en Mallorca, donde la protagonista era el haba seca, y que como muchos otros platos tiene un origen hebreo y que se cristianiza en los siglos XVI y XVII cuando las comunidades judías de las Baleares se ven obligadas a acogerse a la fe católica y apostatar de su religión con riesgo de que si no lo hacían podían correr el peligro de caer en manos de la “Santa Inquisición”.
El haba y fideos o habas y fideos en Menorca y, haba parada en Mallorca, es un plato que como hemos indicado fue transformando a lo largo de los siglos, pasando a ser un plato vegetal a ser un plato donde las grasas animales y la carne de cerdo se convierten en el complemento protagonista. Éste, un puré de habas con verdura, se consumía con motivo de la fiesta del Souccot o de las Cabañas, después de los ayunos del Kippur, y es una de las fiestas más alegres del calendario judío, y en ella se recuerdan las cabañas o tiendas donde vivieron los judíos después de su salida de Egipto en su tráfico hacia la tierra prometida. Este día se come pollo asado de primero y segundo el plato el puré de habas, que también formó parte de nuestra gastronomía hasta su cristianización con la incorporación de productos derivados del cerdo. Podemos apuntar, incluso que se trata de un plato que no solo era consumido en la Menorca medieval, sino incluso durante la época islámica, porque lo encontramos también en los tratados de gastronomía de la cocina hispana magrebí con el nombre de “baysar”, considerado como un plato de ascendencia judía, y que es cocinado con carne de cordero. Este dato nos abre una nueva hipotesis gastronómica, en la que la "fava i fideu" originalmente llevara carne de cordero y ésta, como ha ocurrido en el caso de las empanadas (formatjades) de carne de cordero, fuera sustituida por la de cerdo. Los guisos de habas secas, son también comunes en las comunidades judías, especialmente las que se establecieron en el norte de África.
En el caso de Menorca, se añade al puré de habas, fideos secos además de una cucharada de manteca de cerdo, y los trozos de costilla dulce de cerdo, sobrasada, cuixot (camot) y morcilla. Antiguamente, como se hace con la haba parada mallorquina, también se ponían huesos salados de cerdo. Hoy este ingrediente común en los platos de legumbres en nuestra cocina se ha perdido, porque ya no se conservan los huesos de cerdo salados.
Las habas se han consumido desde tiempos inmemoriales en la cuenca mediterránea; han sido un alimento básico en época de penurias, tanto que, incluso, en ciertas regiones, se cree que comerlas en demasiado ha hecho que parte de la población se haya vuelto alérgica, sobre todo en las islas como Menorca y Cerdeña donde existe una enfermedad endémica el favismo, que ha sido motivo de varios estudios.
Este mes de marzo es cuando encontraremos las primeras habas tiernas que en la cocina formarán parte de nuestro recetario de primavera, que es cuando las podemos encontrar de producción local, frescas y tiernas con un montón de sustancias nutritivas.
Las habas tiernas son especialmente beneficiosas para mejorar los niveles de azúcar en la sangre, por tanto es recomendable para diabéticos, ya que tienen un bajo índice glucémico retrasando la absorción intestinal del azúcar. Esto evita, en gran parte, las perjudiciales curvas de glucemias que se producen después de comer. Este efecto sobre la glucemia responde al contenido en fibra y proteínas de las legumbres.
También ayudan a mejorar la hipertensión y la salud del corazón, prevenir la anemia y mantener los huesos y los dientes fuertes, protegen el sistema nervioso y benefician al estado de ánimo, ayudan a controlar los niveles de colesterol, y facilitan el tránsito intestinal, evitando el estreñimiento y ayudando a prevenir el cáncer de colón.