La pesca

Por Ramón Cavaller Triay (1979)

La pesca

Va entrando el buen tiempo y los recreístas se apresuran a poner a punto sus embarcaciones para salir a la pesca.

Los hay —más veteranos— que en cuanto la mar lo permite salen en toda época del año. Que lo digan sinó aquellos que sobre las Navidades arriban al puerto con su ristra de calamares.

Para mi, la pesca es una suave emoción. Muy honda. Recuerdo una tarde soleada de verano cuando a bordo de la barca de mis amigos Juan (e.p.d.) y Pepe Seguí Serra fuímos a pescar "'Raons" (Papagallo) cerca del "Pont d'en Gil". Aguas poco profundas y transparentes. Se veía el fondo de arena y —aquí y allá- unas rocas rodeadas de algas. Mirábamos los "'raons" acercarse a la carnada. El sol caía a plomo. El agua, rebrillaba. Pero al picar los peces se me iba el corazón tras el volantín, pues los "'raons" tiran con fuerza y alegria.

Y el regreso: Casi de anochecida. Cuando el mar, en calma, refleja los colores del sol recién desaparecido. El pausado ruido del motor. La estela, a popa, que va ensanchándose en ondas multicolores. Y el agua, vista desde cubierta, a proa, casi al ras de los ojos, es un terso e inmenso espejo. En la amura, el cubo lleno de rosados "raons".

Otros tiémpos aquellos en que Juan Seguí Serra -uno de los mejores aficionados- pescaba en el Puerto de Ciutadella, sentado casi en frente del que es hoy es el Bar Tritón, pescaba 316 besugos en una tarde.

Últimas publicaciones

  • Publicitat
    Els dimecres és dia de Brou
  • Publicitat
    Ràdio Far Menorca
  • Publicidad
    El Iris