Bep Al·lès / Ciutadella – Estamos en una sociedad en la que vivimos rodeados de alimentos precocinados que nos dicen que nos ayudan a hacer nuestra vida más fácil, pero su abuso puede tener efectos muy perjudiciales para nuestra salud que van desde el sobrepeso, la obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes… De cada vez hay más estudios que nos alertan de esta plaga alimentaria y nos recomiendan el volver a la comida real, a la dieta de nuestras abuelas y cambiar también nuestros hábitos, tanto en la cocina como en la forma de comprar los alimentos.
Un viaje de regreso a los alimentos de toda la vida, en su estado más natural, o lo que puede traducirse también en una apuesta firme por el producto local, que debe ser el protagonista del 75% de nuestra cesta de la compra. Es por eso que apostaremos por los alimentos de temporada, el regreso a los mercados o a los establecimientos que apuesten por el producto fresco y no manipulado, aunque debemos reconocer que hay unos alimentos procesados ??que son buenos, como los congelados, los platos cocinados por empresas locales y que tienen su fecha de elaboración y consumo a la vista, las latas de pescados como la sardina, el atún, y moluscos como mejillones, berberechos, el aceite de oliva…
Cambiar los hábitos de lo que comemos y de lo que compramos es necesario, primero para apostar por alimentos frescos, y por otra parte evitar aquellos que vienen en bandejas o bolsas de plástico, evitando el azúcar oculto de los alimentos procesados y ultra procesados, que los encontraremos en forma de azúcar moreno, panela, dextrosa, fructosa, maltodextrina, sacarosa, maltosa…
Real food a la menorquina
Debemos devolver al consumo del pescado, la carne y las verduras de Menorca, las de temporada. Evitar por ejemplo un nuggets de pollo y hacer en casa una pechuga de pollo rebozada y en lugar de las varillas de pescado procesadas, servir un plato de bacaladilla, brótola o pescadilla fritas en aceite de oliva.
Comer legumbres tres veces a la semana, ahora estamos en tiempo de otoño, es una buena opción, rehuyendo de fabadas de lata. Como también apostar por los cortes de carne tradicionales, que han sido preparados por carniceros de confianza y con ellos hacer platos de nuestro recetario como una panadera de cordero o de cerdo, carne con salsa, carne con guisantes, albóndigas con salsa de tomate o con salsa de almendra, chuletas de cerdo o de cordero al horno con patatas… como también recuperar platos como el cocido a la menorquina, la patata hervida con judías, las lentejas, los garbanzos o las judías con arroz o con patatas, los arroces a la cazuela, raolas de endibia, de carne o de bacalao en vez de las croquetas congeladas y procesadas, que no sabemos qué carne llevan y cargadas de estabilizantes y conservantes.
Debemos comprar las lechugas, tomates, cebollas, pimientos, sin envasar, rehuyendo de las bandejas de plástico y forespan, escogiendo aquellas que más nos gusten o nos recomiende la persona que está al frente de la frutería, bien sea de una pequeña tienda de barrio, un tenderete del mercado o bien de un supermercado de capital menorquín.
Hacer un planeo de comida semanal es una buena opción, y que éste sea variado, no repetitivo semana a semana, donde el producto local y el producto fresco sean sus principales protagonistas.
Nosotros ganaremos en salud, y el planeta en ahorro de plásticos, envases de forespan, y de esas cosas que estropean la salud del planeta.