Loar, el sabor de la cocina menorquina de siempre

Loar, el sabor de la cocina menorquina de siempre

CM/Ferreries - Los amantes de la cocina tradicional menorquina de toda la vida tienen una parada obligada en el restaurante, hotel y apartotel Loar, de Ferreries, comandado hoy por la tercera generación de la familia Al·lès-Pons. Una estirpe de hombres y mujeres trabajadores y emprendedores que han hecho del buen gusto, el trato amable y la voluntad de servicio al cliente una religión.

En el apartado gastronómico, Loar reúne una extensa carta de cocina casera e internacional, con platos aptos para celíacos y vegetarianos, ideal para todo tipo de eventos y celebraciones. Es una apuesta segura: platos bien cocinados, sabrosos y con una relación calidad-precio imbatible.

El Bar-Salón OAR abrió como bar y casa de huéspedes el 8 de febrero de 1961, gracias al empuje del patriarca de la familia, Desiderio Al·lès, y de su mujer, Margarita Pons. Durante el primer año de vida del negocio, el matrimonio alquiló el casino a la Acción Católica. El local cogió el nombre de OAR, acrónimo de Organización Artística Recreativa, que ha acompañado al edificio a lo largo de sus ya 63 años de vida.

Justo encima del bar, se construyó en 1963 una primera planta que se habilitó como fonda o casa de huéspedes.

Hace sesenta años, el edificio no estaba rodeado, como hoy, de viviendas. Se reducía a poco más que la plaza del Ayuntamiento, la calle de Sant Bartomeu y dos o tres calles más. Se puede decir, sin exagerar, que el inmueble se encontraba en medio de un descampado. Por todo ello, la idea de Desiderio de abrir el bar después de canjear una parcela con su cuñado tenía todo el aspecto de ser un disparate. Pero Desiderio sabía muy bien lo que se llevaba entre manos. Allí donde los demás veían tan sólo una valla, él supo vislumbrar, con más clarividencia y determinación que nadie, el futuro.

EL RESTAURANTE


El restaurante actual no funcionaría como tal hasta 1965, debido a que desde el principio el bar contaba con un comedor, donde se daban comidas. Quien estaba detrás de los fogones era la matriarca de la familia, Margarita Pons. Se cocinaban garbanzos, sopa de cocido, lomo, pollo, carne en salsa... la cocina de siempre. Cuando se celebraban bodas, a los invitados se les servía ensaimada con chocolate, de primero, y de segundo, pollo o lomo, con patatas. La cocina de la época.

Pronto, Desiderio se interesó en ampliar el negocio y comprar más metros cuadrados a su suegro. De forma callada y sin hacer ruido, había ido ahorrando una pequeña fortuna. Conducía el predio Son Martorell y dos o tres sitios más. Los sábados y domingos, cogía el carro y la mula y se iba a la cantera de Binicalsitx a buscar las piedras de piedra arenisca que después llevaba al albañil para levantar el bar.

Los siete hijos del matrimonio Desiderio Al·lès-Margarita Pons tomarían buena nota del espíritu emprendedor de su padre, por más que tan sólo cuatro de ellos -Pepe (70), Nito (69), Deri (65) y Jandro (61)- continuarían el negocio. Hoy, se han añadido también al equipo directivo los representantes de la tercera generación de la familia: la hija de Pepe, Maria Àngels Al·lès, gerente del Hotel&Apartaments Loar; Deri Al·lès, que se ocupa de sus reservas; y la hija de Jandro, Rosanna Al·lès, que dirige la cocina.
Pero volvamos un poco atrás. Cuando Pepe, Nito, Deri y Jandro ya se habían incorporado al negocio junto con sus respectivas mujeres -Maria Janer, Mercedes Janer, Marianna Capó y Margarita Torrent-, decidieron en 1988 edificar justo al lado un restaurante y un aparthotel . Así, el antiguo Bar-Salón se convirtió en el primer establecimiento aparthotel y restaurante de Ferreries, con 30 apartamentos (12 apartamentos y 18 apartamentos-estudio).

COCINA CASERA


Desde sus primeros años, el bar había ofrecido almuerzos en el comedor con cocina cien por cien casera, y bocadillos y tapas de toda la vida: albóndigas, callos, hígado, riñones. El restaurante no trocaría nunca su filosofía, ofreciendo, aún hoy, los platos más célebres de la cocina menorquina, como el oligua con higos, los calabacines, las berenjenas o los calamares rellenos. Con el tiempo, se introdujeron platos típicos de la cocina internacional, pero el restaurante no cambió su esencia, incluyendo referencias tradicionales como el caldo y el cocido o los calabacines, y creaciones como las berenjenas con rape, que hicieron ganar mucha fama en el restaurante.

Deri, que este año ya se jubila, había entrado en la cocina del restaurante en 1982, aportando su conocimiento y experiencia a los fogones. Gracias a su mano experta, la cocina de Loar entró en una nueva dimensión.

EL HOTEL


En 2006, el edificio se reconstruyó de arriba abajo con la intención de ofrecer un bar más espacioso y moderno a los clientes y un confortable hotel de tres plantas situado en medio del pueblo, con quince habitaciones dobles y nueve suites. De esta forma, el Hotel&Apartaments Loar pasaba a contar con 54 habitaciones.

Hoy, el restaurante, con una elegante y espaciosa sala, tiene cabida para 140 personas. Se ha alicatado de nuevo, se ha renovado el mobiliario y se han cambiado los ventanales a fin de que luzca un aspecto impecable. El local ofrece un menú diario de lunes a viernes por 12,80 euros con una relación calidad-precio casi imposible de encontrar en otro establecimiento en toda Menorca. Se pueden comer garbanzos, judías... El cliente puede escoger entre dos primeros y dos segundos. Todo cocinado impecablemente. Y a la antigua.

Los fines de semana, Loar ofrece un menú especial por 21,90 euros, y es cuando más se llena la sala. Los clientes pueden elegir aquí entre tres primeros y cinco segundos. Los sábados y domingos se pueden llegar a ofrecer más de un centenar de estos menús.

Las excursiones del Imserso han representado en los últimos años una buena oportunidad para el negocio, ya que muchos de estos turistas se quedan a comer en el restaurante. Y carecen de motivo de queja. Les preparan un arroz caldoso de pescado y marisco, un segundo, postre, agua, vino y gaseosa. Casi el 100% de los clientes sale contento por la puerta.

La fórmula del éxito está clara: ofrecer un buen producto a buen precio. Y en esto, en Loar, son los primeros.

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