Raymonde Calbo Lafitte - La reciente celebración de unas jornadas gastronómicas relativas a la cocina histórica y señorial de Menorca, acompañadas de una conferencia a cargo de Bep Al·lès, me recordó que el año 2014 con un grupo de amigos, organizamos un banquete que nos trasladó al siglo XVIII. Este evento tuvo lugar en la casa solariega del dr. Joan Miralles i Monserrat, filólogo de renombre, autor con Francesca Cantallops de la edición del “Recetario de cocina del siglo XVIII de Fra Jaume Martí i Oliver” publicaciones de la Abadía de Montserrat 1989. Fra Martí (1712-1788) fue un religioso mallorquín de la orden de San Agustín recopilador de recetas de cocina aristocrática y señorial.
Por un día la casa de nuestro amigo se convirtió en el famosísimo café-restaurante parisino “Le Procope”, lugar emblemático, todavía hoy, testimonio privilegiado de la Historia de Francia de los años de la Revolución de 1789. Aquel lugar era un nido de sabios, “la crème de la crème”, desde donde se cocinaban las ideas libertarias y las directrices a seguir para contribuir a el derribo del absolutismo Borbón. Los ilustres personajes que se prodigaban con asiduidad eran: Voltaire el jefe de fila, Diderot, de Alambert, Rousseau, Montesquieu, Robespierre, Danton, Marat incluso Benjamin Franklin (el inventor del pararrayos que durante su estancia en Francia, concibió algunos elementos de la futura Constitución de los Estados-Unidos de América).
Pero aquel 31 de mayo de 2014, “Le Procope” de ficción dejaría a un lado la filosofía y la política para dedicarse a la elaboración de una comida que ciertamente merecería la aprobación de Fra Jaume Martí. Como una colmena de abejas atareadas, entraron en danza las manos halagüeñas de unos cocineros de fortuna que empezaron a cortar, desmenuzar, condimentar, batir, enharinar, freír, hervir, asar y hornear. La casa se llenó de aromas dulces y especiados, de alegría y de risas. El grupo era impaciente por zamparse los platos escogidos para la ocasión, de aquel referido recetario.