Quizá el dulce más querido por los menorquines es el pastisset, con su forma estrellada, es otro de los tesoros gastronómicos que esconde la isla de Menorca y que hay que descubrir.
Su forma de estrella de puntas redondeadas, nos delata que se trata de una pasta de origen judío que como otros productos se cristianizó. Los moldes para darles forma van de las 4 a las 7 puntas. Los de 4 y 5 puntas son para elaborar los pastissets lisos o vacíos, mientras que los de 6 y 7 puntas son para elaborar los que van rellenos de confitura de membrillo, de mermelada de higos (figat) o de la conserva elaborada con calabaza y manzana.
Forman parte de la repostería con la que se agasaja a los invitados en las principales celebraciones i onomásticas y se degustan tanto a la hora de los postres como en la sobremesa, acompañados de una copita de vino dulce. Décadas atrás, cuando aún existía la costumbre de la pedida de mano, cuando los padres del novio acudían a la casa de la novia para iniciar formalmente las relaciones y el compromiso entre ambos, éstos, los anfitriones invitaban a sus futuros consuegros a unos pastissets y la copita de vino dulce, de Mistela o Malvasía de la isla.